Zona Arqueológica
VIDES MONUMENTA VETERUM
MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA
Volumen I
MUSEO
ARQUEOLÓGICO
REGIONAL
CONSEJO DE ADMINISTRACIÓN DEL
MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL
PRESIDENTE:
CONSEJERO DE PRESIDENCIA, JUSTICIA Y PORTAVOCÍA DEL GOBIERNO
Ángel Garrido García
VOCALES:
DIRECTOR DE LA OFICINA DE CULTURA Y TURISMO
Jaime Miguel de los Santos González
DIRECTORA GENERAL DE PATRIMONIO CULTURAL
Paloma Sobrini Sagaseta de Ilúrdoz
DIRECTORA GENERAL DE PROMOCIÓN CULTURAL
María Pardo Álvarez
DIRECTOR GENERAL DE UNIVERSIDADES E INVESTIGACIÓN
José Manuel Torralba Castelló
ZONA ARQUEOLÓGICA, Nº 20-I
VIDES MONUMENTA VETERUM
MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA
EDITOR
Enrique Baquedano
COMITÉ CIENTÍFICO
Antonio Alvar
(Universidad de Alcalá)
Manuel Bendala
(Emérito Universidad Autónoma de Madrid)
Pilar Fernández Uriel
(Universidad Nacional de Eduación a Distancia)
Julio Mangas
(Emérito Universidad Complutense de Madrid)
ALCALDE DE ALCALÁ DE HENARES
Javier Rodríguez Palacios
María del Carmen Fernández Ochoa
((Universidad Autónoma)
CATEDRÁTICA DE ARQUEOLOGÍA DE LA
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE MADRID
Mª del Carmen Fernández Ochoa
COORDINADORA
Isabel Baquedano Beltrán (MAR)
CATEDRÁTICO DE PREHISTORIA DE LA
UNIVERSIDAD COMPLUTENSE DE MADRID
Gonzalo Ruiz Zapatero
SECRETARIO DEL CONSEJO:
SECRETARIO GENERAL TÉCNICO
Pedro Guitart González-Valerio
SECRETARIA
Sandra Azcárraga Cámara
DISEÑO, MAQUETACIÓN Y PREIMPRESIÓN
Vicente Alberto Serrano / Esperanza Santos
IMPRESIÓN Y ENCUADERNACIÓN
B.O.C.M.
MUSEO ARQUEOLÓGICO REGIONAL
DE LA COMUNIDAD DE MADRID
ISSN
1579-7384
DIRECTOR
Enrique Baquedano
ISBN
978-84-451-3594-5
978-84-451-3583-9 (obra completa)
51-3497-9
DEPÓSITO LEGAL
M-5074-2017
JEFE DEL SERVICIO DE DIFUSIÓN Y COMUNICACIÓN
Luis Palop Fernández
JEFE DEL SERVICIO DE ADMINISTRACIÓN
José María Pérez Mármol
JEFA DEL SERVICIO DE EXPOSICIONES
María Carrillo Tundidor
© De la presente edición:
Museo Arqueológico Regional
Plaza de las Bernardas s/n
28801 Alcalá de Henares
© De los textos: sus autores
© De las ilustraciones y gráficos: sus autores
La revista ZONA ARQUEOLÓGICA ha sido evaluada por el Grupo de Investigación de Evaluación de Publicaciones Científicas
(EPUC), asociado al Consejo Superior de Invesigaciones Científicas (CSIC), y está incluida, entre otras, en las siguientes bases
de datos: Arts & Humanities Citation Index ® , DICE y LATINDEX
Los metales de época romana
en la Comunidad de Madrid
Resumen
Se presenta un repertorio de los materiales metálicos más destacados de
yacimientos de la Comunidad de Madrid en función de las tipologías y funcionalidad de cada una de las piezas. Además damos a conocer material
inédito de los objetos metálicos procedentes de La Magdalena (Alcalá de
Henares).
Palabras clave
Paleometalurgia, época romana, villae, ciudades, ocultaciones.
Abstract
In this article we present the most important metal objects of the Community of Madrid classified according to tipology and function. In addition we
present unpublished material from La Magdalena (Alcalá de Henares).
Keywords
Palaeometallurgy, Roman times, villae, cities, concealments.
Los metales de época romana en la Comunidad de Madrid
Javier Salido *
César Heras**
I. Introducción
Nos proponemos presentar un estado de la cuestión de
los metales de época romana en el entorno de la Comunidad de Madrid. Para ello, pretendemos ofrecer un
compendio de piezas procedentes de diferentes excavaciones desde el punto de vista tipológico, desde la fase
tardorrepublicana hasta el periodo bajoimperial, dejando al margen la Antigüedad Tardía. El repertorio presenta una enorme diversidad, puesto que se trata de enseres, aperos de labranza, útiles artesanales y un sinfín de
objetos de dudosa finalidad, y dejaremos al margen el
estudio numismático que sobrepasa los límites de este
trabajo. Trataremos de abordarlo diferenciando el material por tipologías, teniendo en cuenta, al mismo tiempo,
su variabilidad cronológica. Aunque puede resultar muy
complejo abordar un estudio general de las piezas contando con una información tan limitada, pretendemos,
al menos, llamar la atención sobre la problemática
arqueológica del contexto de la mayoría de las piezas,
además de aportar novedades sobre el asunto a partir
del estudio de materiales inéditos. El conjunto material
incluido en esta pequeña revisión procede, por tanto, de
numerosos yacimientos, en contextos de los que generalmente desconocemos su datación exacta, siendo difí* Investigador postdoctoral del Programa Juan de la CiervaIncorporación 2015 del Ministerio de Economía y
Competitividad (Universidad Complutense de Madrid).
** Presidente del Colegio de Arqueólogos de Madrid
(Trébede, Patrimonio y Cultura, S.L. y Universidad de
Alcalá).
cil de encuadrarlos cronológicamente, y en otras, desgraciadamente, forman parte de niveles descontextualizados o fueron descubiertos en antiguas excavaciones
de las que apenas tenemos información como la villa
romana de Villaverde.
II. Historiografía
En una región donde se desconocen los artesanos del
metal (Alonso et alii: 2007), se ha localizado un amplio
y variado repertorio de materiales metálicos que no
desmerece respecto a los encontrados en otros territorios que quedaron sumidos al poder de Roma. Si a inicios de los años 80 del pasado siglo XX apenas se conocían conjuntos de interés y solamente teníamos presente hallazgos aislados en intervenciones puntuales como
en Villaverde (Pérez de Barradas, 1932), el panorama
comenzará a cambiar a mediados de dicha década gracias a los trabajos de Caballero (1985) en la calle S de
Getafe y en Valdetorres de Jarama (Caballero, 1985b),
que dio lugar a estudios específicos sobre el contenido
del metal (Madroñero, 1985), y también de la mano de
Fernández-Galiano (1984) en Complutum, de Cuadrado
(1991) en el castro de la Dehesa de la Oliva, de Rascón
y otros (1991) en la villa romana de El Val (Alcalá de
Henares) y de Barroso y otros (1991) en Tinto Juan de
la Cruz (Pinto). Estos hallazgos aislados ofrecían un
panorama pobre del entorno madrileño en lo que respecta a los metales, y en general de la ocupación romana, como se percibe en obras generales entre las que
destacan la exposición de 1990 Bronces romanos de
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VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA
Hispania o el trabajo de Borobia (1988) sobre instrumental médico-quirúrgico.
En este momento los estudios de los metales experimentarán un avance notable a inicios de los 90 gracias
a los magníficos trabajos monográficos llevados a cabo
por Zarzalejos, Fernández Ochoa y Aurrecoechea (1988)
sobre amuletos fálicos romanos con indicación de
material inédito, y de Aurrecoechea sobre los espejos
de plomo (1990), el atalaje de tipología militar (19951996) y en fechas más recientes de la vajilla metálica
(2009), un tema que ha merecido una gran atención por
parte de grandes especialistas como Azcárraga y otros
(2014) que ha dado a conocer el material de El Llano de
la Horca (Santorcaz) (VVAA, 2012). Al mismo tiempo las
excavaciones llevadas a cabo en Complutum comenzaban a ofrecer nuevos materiales (Rascón, 1998) y los
trabajos arqueológicos en la villa romana de La Torrecilla nos abrían la puerta al estudio del mundo rural
romano, poco conocido hasta el momento (Blasco y
Lucas, 2000). A partir del año 2000 el Madrid romano
comienza a ocupar un papel más importante del que
había ostentado hasta el momento, con la publicación
de tesis como la de Mariné (2001) sobre las fíbulas y
sobre todo gracias al ingente volumen de información
que las excavaciones de urgencia/gestión generan. Es
en este momento, cuando se dan a conocer las ocultaciones de época bajoimperial de ajuares en El Rasillo
(Barajas) (Pozuelo y Vigil-Escalera, 2003) y dos más
recientes en Cubas de la Sagra (Sanguino et alii, 2014;
Oñate et alii, 2015) y Loranca (Fuenlabrada) (Oñate et
alii, 2015). También se ofrecen nuevos datos sobre los
últimos momentos de ocupación de yacimientos carpetanos con material metálico tardorrepublicano interesante en asentamientos como El Cerro de la Gavia
(Urbina et alii, 2005; Morin de Pablos y Urbina Martinez,
2014), el oppidum de El Llano de la Horca (Santorcaz)
(VVAA, 2012) y Titulcia (Polo y Valenciano, 2014). Son
además las numerosas intervenciones llevadas a cabo
por las empresas privadas las que poco a poco van
ofreciendo un conocimiento más aproximado del mundo rural romano con la localización de establecimientos
de diferente tipología, como villae, vici, áreas artesanales y otras aglomeraciones. Tal es el caso de Zarzalejo
(Arroyomolinos) (VVAA, 2005), El Beneficio (Collado
Mediano) (Jiménez, 2008: 367), La Ermita Virgen de
Torre (Vallecas-Vicálvaro) (Uscatescu y Fuentes, 2009),
La Magdalena (Alcalá de Henares) (Heras et alii, 2013;
2014; 2014b; 2014c), Arroyo Culebro en Leganés (VVAA,
2001), Loranca (Fuenlabrada) (Oñate et alii, 2006: fig. 5)
o Villamanta (Zarzalejos, 2002). Estas publicaciones
motivan la inclusión de los materiales metálicos en la
órbita de los estudios generales, siendo objeto de estudio de trabajos sobre instrumentos de medida de pesos
(Chaves y Pliego, 2007) o sobre sistemas de cierre y
seguridad (Fernández Ibáñez, 2008).
III. Contextos arqueológicos
No cabe duda de que los metales estarán presentes en
multitud de yacimientos, pero no siempre se han publicado y, desgraciadamente, los materiales duermen en
los almacenes de los museos. Si nos referimos a los
contextos arqueológicos, detectamos su presencia en
asentamientos de una gran variedad tipológica (fig. 1).
Una gran parte del material metálico procede de yacimientos de época tardorrepublicana como El Llano de
la Horca (Santorcaz) (VVAA, 2012), Dehesa de la Oliva,
La Gavia (Urbina et alii, 2005; Morin de Pablos y Urbina
Martinez, 2014) o Titulcia (Polo y Valenciano, 2014).
De entre las ciudades romanas, por supuesto destacan los hallazgos en Complutum, aunque de cronología
poco precisa y carentes de estudios monográficos sobre
los metales, en favor de análisis de urbanismo y arquitectura doméstica. Sin embargo, apenas conocemos
materiales de este tipo de las otras ciudades del entorno madrileño, por otro lado, siempre controvertidas en
cuanto a su localización como Miaccum o Titulcia.
Fig. 1. Localización de los principales yacimientos mencionados en el texto.
JAVIER SALIDO, CÉSAR HERAS / Los metales de época romana en la Comunidad de Madrid
En época altoimperial se fechan conjuntos de metales en establecimientos rurales industriales como La
Ermita Virgen de la Torre (Vallecas-Vicálvaro) (Uscatescu y Fuentes, 2009: 90) y en centros rurales tipo villa
como Villaverde con material fechado en el siglo I d. C.
(VVAA, 1995: 16), Tinto Juan de la Cruz (Pinto) (Barroso
et alii, 1991: 159 lám. XXII). Entre inicios del siglo II d. C.
y la segunda mitad del III d. C. se han podido fechar los
metales del establecimiento rural romano de Zarzalejo
(Arroyomolinos) (VVAA, 2005: fig. 7). Importante es la
datación en época Flavia del material metálico del complejo alfarero de Villamanta (Zarzalejos, 2002: 162). Sin
documentación del poblamiento, pero si con silos
fechados en época altoimperial se halla el yacimiento
de Arroyo Culebro en Leganés (VVAA, 1991). A este
periodo corresponde también el complejo industrial de
La Magdalena (Alcalá de Henares) (Heras et alii, 2013;
2014). En este último yacimiento destaca la localización
de un centro metalúrgico centrado en el hierro, localizando, amén de una cierta cantidad de piezas ya elaboradas, más de 200 tortas de hierro purificado listas para
su fundición y transformación en distintos útiles.
En época bajoimperial se han fechado en el territorio de Complutum los metales de la villa romana de El
Val (Alcalá de Henares) (Rascón et alii, 1991), también
presentes en otras villae como en Carabanchel (VVAA,
1995: 21) y La Torrecilla fechada en los siglos III-IV d. C.
(Blasco y Lucas, 2000), además de La Pingarrona (Boadilla del Monte) con materiales fechados en los siglos
IV-V d. C. El mundo rural romano estaba constituido no
solo por villae, sino también asentamientos con otra
vocación funcional o económica, como el de El Beneficio (Collado Mediano), con materiales del siglo IV-V d.
C., el castro de la Dehesa de la Oliva con metales del
siglo IV d. C. (Cuadrado, 1991) o el edificio de Valdetorres del Jarama (Caballero, 1985b). En época bajoimperial y tardorromana se fecha el establecimiento rural de
Loranca en Fuenlabrada (Oñate et alii 2006).
Al periodo bajoimperial corresponde un fenómeno
que, aunque no es exclusivo de Madrid, es extraordinario por el número de ejemplos repetidos. Nos referimos
a las ocultaciones intencionadas de metales en época
bajoimperial en los yacimientos de El Rasillo (Barajas)
(Pozuelo y Vigil-Escalera, 2003), en la calle S de Getafe
(Caballero, 1985), Cubas de la Sagra (Sanguino et alii
2014) y Loranca (Fuenlabrada) (Oñate et alii, 2015). Garcia Merino (1995) planteó que este tipo de piezas
corresponden a depósitos deliberados por su valor economico en momentos de penuria, ya que dadas sus
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caracteristicas se podian utilizar para la reventa en
epocas con dificultad de aprovisionamiento o como
chatarra para obtener, de nuevo, materia prima. Pertenecerían, por tanto, a familias acomodadas. Sin embargo, en el caso de Cubas de la Sagra y El Rasillo podrían
corresponder a clases medias (Vigil-Escalera, 2015: 48).
De este periodo también es el material perteneciente a
la tumba tardorromana de Torrejón de Velasco (Madrid)
(García Vuelta et alii, 2013).
Mención especial merece la localización de dos
agrupaciones exclusivamente de piezas de hierro procedente de este mismo yacimiento. El primero de ellos
consiste en más de un centenar de distintas herramientas y el segundo compuesto exclusivamente por piezas
de recorte preparadas para su refundición. El primer
grupo se asocia a una pileta hidráulica y la segunda se
localiza en una zona sin actividad laboral directa. Es
posible que se tratara de deposiciones votivas realizadas después de un terremoto y un subsiguiente fenómeno volcánico provocado por la licuefacción de arenas de los niveles inferiores que ascienden hasta la
superficie (Rodríguez Pascua et alii, 2015; 2016). Entendemos que, ante estas dos bocas volcánicas abiertas,
decidieron arrojar a estas «bocas abiertas en la tierra»
las piezas metálicas referidas.
IV. El ámbito doméstico
IV.1. Los sistemas de seguridad: llaves y cerraduras
Los sistemas de seguridad de época romana resultan ser
uno de los elementos mejor identificados por parte de los
investigadores y, a pesar de la ausencia de publicaciones
de contextos, podemos extraer algunas conclusiones
interesantes sobre estos mecanismos. De los diferentes
modelos de sera o elementos de seguridad romanos, en
el entorno madrileño se documenta el tipo más común
de Hispania, es decir, la llave para cerrojo y trancas de
elevación y/o deslizamiento “en forma de L”. Se ha localizado este tipo de llave en contextos bajoimperiales,
fechadas en el siglo IV d. C. en el castro de la Oliva (Cuadrado, 1991: piezas 297, 331 y fig. 37; Fernández Ibáñez,
2008: 223, fig. 2.13) y en el siglo V d. C. en El Rasillo (Barajas) (Pozuelo y Vigil-Escalera, 2003: 283). Este mecanismo
que se fecha desde la Segunda Edad del Hierro hasta la
época visigoda (Fernández Ibáñez, 2008: 221) responde a
un tipo de cierre muy simple que consiste en deslizar el
pestillo mediante el accionamiento de una llave que se
introduce por el agujero practicado en la puerta.
Además de las llaves en “forma de L”, se han atestiguado la denominada “llave articulada” que se plega-
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VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA
ba para hacer más cómodo portarla. Ejemplares de este
tipo son bien conocidos en Hispania desde la fase tardorrepublicana hasta los siglos VI y VII d. C. (Fernández
Ibáñez, 2008: 221). Se localizó una de ellas en la villa
romana de La Torrecilla (Getafe), fechada en los siglos
III-IV d. C. (Castelo y Cardito, 2000: 310) y dos en el yacimiento de la calle sur de Getafe fechadas en el siglo IV
d. C. que Caballero (1985: 114, fig. 11) interpretó como
una sola de bisagra (Fernández Ibáñez, 2008: 223, fig.
4.1); posiblemente se accionaba el mecanismo de seguridad mediante el giro de la llave. En el Museo Arqueológico Regional se expone además una placa de cerradura procedente de arroyo de la Vega (La Pingarrona,
Boadilla del Monte), fechada en los siglos IV-V d. C. Las
pequeñas dimensiones de las piezas quizás nos informa sobre su uso para el mobiliario doméstico, pues tal
y como nos recuerda Columela, al aconsejar sobre la
organización de la casa de labor «es conveniente que
haya dentro del propio almacén un lugar bajo llave
donde puedan custodiarse las herramientas» (De re
rust. 1, 6, 8). También reciente es la noticia del hallazgo
de otra llave en el asentamiento rural de La Ermita Virgen de Torre (Vallecas-Vicálvaro) fechada en época
altoimperial (Uscatescu y Fuentes, 2009: 88).
Más inusual es el modelo de cierre encontrado en
Dehesa de la Oliva, que presenta tres pliegues, un quiebro, una anilla de suspensión y termina en punta (Cuadrado, 1991: 218, nº 239), sin paralelos documentados
en la Península por el momento.
IV.2. Mobiliario
En la campaña de excavación dirigida por Jorge Juan
Fernández en la villa inferior de Villaverde se localizó,
cuando se procedía al levantamiento de un mosaico, un
lampadario de bronce fechado en el siglo I d. C. (VVAA,
1995:16) (CE1974/124/406) (lám.1). Los fragmentos
corresponden al platillo del soporte inferior, de perfil
convexo moldurado por anillos concéntricos y borde
con restos de decoración, y a la columna acanalada
(Pérez Barradas, 1932: lám. XXVIII, figs. 1 y 8).
De los objetos que más llaman la atención del asentamiento rural de La Ermita Virgen de Torre (VallecasVicálvaro), destaca otro lampadario de hierro elaborado
en chapas soldadas sobre un soporte de triple botón
para darle estabilidad y el cerquillo interior para insertar
el velón o cirio (Uscatescu y Fuentes, 2009: 88).
En las cercanías del cementerio de Carabanchel,
apareció una cabeza de asno báquico de bronce que
mide 22 cm de longitud y 15 cm de anchura (VVAA,
1995: 21). Se localizó, junto a un lazo formado por dos
serpientes engarzadas de bronce. Está coronada de
yedra y con una collera decorada con greca. Se desconoce su paradero actual. Posiblemente pertenece al fulcrum de una cama (Rada y Delgado, 1875).
De menor entidad que los ya mencionados, nos
encontramos diferentes objetos metálicos, como las
dos esquineras de un mueble realizados en hierro con
embellecedores de bronce documentados en un nivel
Flavio de La Magdalena.
Lám. 1. Fragmento de lampadario altoimperial de la villa romana de Villaverde. Museo de San Isidro (nº inv. CE1974/124/406).
JAVIER SALIDO, CÉSAR HERAS / Los metales de época romana en la Comunidad de Madrid
IV.3. Elementos asociados a cocina y comedor
IV.3.1. Parrillas
En la calle sur de Getafe, se localizó una parrilla de hierro de 34,5 x (26) x 7 cm (Caballero, 1985: figs. 10-12)
que conserva solamente una barra lateral y seis transversales. También en El Llano de la Horca apareció una
parrilla de hierro de once barrotes y cuatro patas, siendo los exteriores de sección rectangular y los interiores
cuadrangular (VVAA, 2012: 297, nº 116) (lám. 2).
Más interesante si cabe son los restos de un gran trébede de hierro conservado en muy mal estado pertenecientes a un hogar del siglo II a. C. localizado en el oppidum de Titulcia (Polo y Valenciano, 2014: 95). Aunque no
lo podemos confirmar muchos ganchos servirían para
colgar las ollas en los hogares y estos son numerosos
en las excavaciones. Son conocidos en este sentido los
aparecidos en el interior de un depósito de Dehesa de
la Oliva (Cuadrado, 1991: 204) donde apareció un doble
gancho para colgar. En el asentamiento rural de La
Ermita Virgen de Torre (Vallecas-Vicálvaro) también se
puso al descubierto una cadena formada por argollas
perteneciente a un hogar o cocina (Uscatescu y Fuentes, 2009: 90).
IV.3.2. La vajilla metálica
Los numerosos hallazgos de vajilla de metal en el
entorno madrileño no desentona con respecto al resto
de territorios de la Península Ibérica donde el registro
material es abundante.
Lám.2. Parrilla de cocina de El
Llano de la Horca. Fuente:
VVAA, 2012: 297, nº 116.
287
IV.3.3.Jarras tipo “Blechkannen”
Estas características jarras cuentan con una boca y asa
macizos, fundidos en una sola pieza (Eggers, 1951: lam.
11, num. 128; Raev 1976: 155-162) y fueron fabricadas a
partir de una lámina metálica. Son bien conocidas en
contexto hispanorromano (Erice, 1987: 471-473; 2007:
208; Aurrecoechea, 1991: 236-239; Alarçao, 1996). En el
entorno madrileño, se localizó una en la villa inferior de
Villaverde Bajo (Perez de Barradas, 1932: 118, lám. IX,
figs. 7, 10 y 12 de lám. XXVIII), fechada entre la segunda mitad del siglo II d. C. por su asociación con monedas de bronce de Trajano y Antonio Pío. Esta pieza conserva el asa fundida en la parte posterior de la boca y
del anillo que remata el cuello y cuenta con un pico vertedor levantado. Se localizó en un pasillo, frente a una
de las puertas de acceso a la zona residencial de la villa.
Además de este ejemplar, conocemos otras tres documentadas a partir del hallazgo de tapaderas, como las
dos localizadas en Velilla de San Antonio (Madrid)
(Aurrecoechea, 2009, fig. 1.5 y 1.6) y una en Arganda
(Aurrecoechea, 2009, fig. 1.7).
IV.3.4. Botella
Son muy escasos los ejemplares de botellas descubiertos en el entorno madrileño, a menudo difíciles de diferenciar de las jarras (la botella generalmente no cuenta
con asa y su boca es más cerrada). El único ejemplar
documentado hasta el momento corresponde a la botella tardorromana de la villa de Carabanchel (VVAA,
288
VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA
1995: 21)1, que tal y como señala Aurrecoechea (2009,
fig. 3.14), se corresponde con el tipo 10 de Palol (1970:
233: fig. 11), es decir, de cuerpo ovoide estilizado, cuello troncocónico engrosado y boca de embudo. Está
fundida en una sola pieza y rematada a torno, mide
aproximadamente 26 cm de altura y 15 cm de anchura
y posiblemente se puede fechar en los siglos II y III d. C.
(VVAA, 1995: 21).
IV.3.5. Páteras
Sin tratar de dilucidar el problema que atañe a la denominación de estas piezas2, nos gustaría llamar la atención sobre la implicación que dicho término castellano
recibe para uso ritual, de modo que aunque resulta difícil descartar el concepto, es cierto, que bajo éste nos
encontramos con realidades diferentes, pues se interpretan como palanganas o jofainas utilizadas por los
comensales para lavarse las manos durante el convite
(Aurrecoechea, 2009: 332) y también aparecen asociadas a ritos y ceremonias sagradas (Erice, 2007: 209). A
nivel general, se trata de recipientes compuestos por
dos partes fundidas por separado y soladas después,
presentan forma de cuenco semiesférico umbilicado de
borde recto, que no suelen tener restos de decoración,
que cuentan con mango largo plano horizontal.
Si bien es cierto que no se han documentado “páteras” altoimperiales con mangos rematados en cabezas
de carnero o lobo, algunos mangos se hallan decorados como la localizada en la Casa de Cupidos de Complutum (Alcalá de Henares) (Fernández-Galiano, 1984:
166, fig. 76, 15).
En bronce se fabricó la “pátera” del siglo V d. C.
localizada en El Rasillo (Barajas) (Pozuelo y Vigil-Escalera, 2003: 279), correspondiente a la forma 6 de la tipología establecida por Palol (1970) para este tipo de recipientes, definida como “pátera con un asa fundida
aparte y sujeta por remaches”. Las dimensiones de la
pieza (12,5 cm de diámetro del cazo) y la longitud del
mango (33,6 cm) nos advierten sobre su uso doméstico, aunque no podemos descartar una posible función
ritual.
En el trabajo de Aurrecoechea (2009: 331), se menciona su
procedencia de Villaverde Bajo (Madrid), pero la lámina citada
(Pérez de Barradas, 1932: 118, fig. 9) no corresponde a esta
pieza, sino a la Jarra tipo “Blechkannen”. En cambio, la descripción concuerda con la botella localizada en la villa romana
de Carabanchel (VVAA, 1995: 21).
2
Palol (1970: 233), seguido por Caballero (1985: 105), diferencia las pateras que cuentan con mango con respecto a los
cuencos carentes de estos, mientras que Fuentes (1990: 124)
no establece tal distinción.
1
También en el yacimiento de la calle S de Getafe
aparecieron fragmentos de probablemente una pátera
de bronce del siglo IV d. C. (Caballero, 1985: piezas nº 6
y 7), siendo la primera de fondo convexo vista desde el
exterior y la nº 7 corresponde al asa plana del recipiente. La “pátera” corresponde al tipo 6b que Caballero
diferenció a partir de la tipología de Palol (Caballero,
1974: 141, fig. 35), con un mango plano y fondo apuntado (Caballero, 1985: 107). Fechada también en época
bajoimperial se halla la pátera localizada en Cubas de la
Sagra (Sanguino et alii, 2014: 128; bronce y de plomo
procedentes de Cubas de la Sagra (Sanguino et alii,
2014: 128; Montero Ruiz, 2015: 76 y 81).
Estas páteras mencionadas cuentan, por tanto, con
un sistema de sujeción o mango liviano, siguiendo el
tipo tardorromano, a diferencia de las páteras visigodas
que generalmente cuentan con pie de ruedo, de modo
que se sostienen de pie y cuentan con un mango más
pesado (Palol, 1950: 85 y ss.).
IV.3.6. Cuencos
Perteneciente al tipo 7a de Palol, con ornamentacion
agallonada, se halla el ejemplar de Estremera (Aurrecoechea, 2009: figura 3.3). En el yacimiento de la calle S
de Getafe, aparecieron dos cuencos datados en el siglo
IV d. C. (Caballero, 1985: piezas nº 3 y 4), correspondientes a la forma 7b de Palol (1970), es decir, con borde
abierto y perfil en «S», diferente del tipo a, que presenta borde horizontal (nº 4). A partir de la pieza nº 3 getafense, Caballero (1985) plantea la existencia de un tercer tipo (C), dotado de borde escalonado o moldurado
y decorado con dos filas de ovas, una en el borde,
como en la variante “al”, y otra bajo este, en la parte
superior del cuerpo, que recuerda a las del grupo b. La
forma, profundidad y dimensiones permiten interpretar
este tipo de piezas como jofainas. Al tipo b también
corresponde el ejemplar localizado en Arganda-2 que
apareció en una sepultura, junto con un plato, y conservaba un aplique recortado sobre lámina de metal de
forma triangular, del que pendía una argolla (Aurrecoechea, 2009: 336, fig. 4.8). De época bajoimperial también son los cuencos de bronce y de plomo procedentes de Cubas de la Sagra (Sanguino et alii, 2014: 128;
Montero Ruiz 2015: 81), dos correspondientes a la forma Palol 7b, uno a la 7a y otro más pequeño y decorado (lám. 3). También de este periodo son los dos recipientes recuperados en la tumba de Torrejón de Velasco (García Vuelta, et alii 2013) de latón de buena calidad
(Montero Ruiz, 2015: 77).
JAVIER SALIDO, CÉSAR HERAS / Los metales de época romana en la Comunidad de Madrid
289
Lám. 3. Cuencos bajoimperiales de Cubas de la Sagra. Fuente: Sanguino et alii, 2014: 128.
IV.3.7. Coladores
Estas piezas, fabricadas en bronce, presentan una taza
perforada y un asa en forma de anillo con una chapa
para proteger el dedo pulgar. Se han localizado únicamente tres ejemplares en El Llano de la Horca: un asa
vertical casi completa y dos fragmentos de taza perforada correspondientes al tipo 1 y 2 de Guillaumet
(Azcarraga et alii, 2014: fig. 5.4 y 5.5).
IV.3.8. Acetres
Estos recipientes, utilizados por los comensales para
servirse la bebida, se hallan bien atestiguados en el
centro peninsular (Aurrecoechea, 2009: 336, fig. 5). En
el yacimiento de la calle S de Getafe se localizaron tres
de bronce fechados en el siglo IV d. C. (Caballero, 1985:
114) que corresponden según la clasificación de Palol al
tipo “1a”, “3aa” y “4a” (Caballero, 1985: 110). A este
último tipo también pertenece el cubo de hierro proce-
dente del mismo yacimiento (Caballero, 1985: fig. 9, 19
y 22), donde se localizaron fragmentos de otros posibles acetres. En Cubas de la Sagra se localizó un acetre
de bronce plomado con asa de hierro que formaba parte del ocultamiento (Oñate et alii, 2015: 31). También en
Loranca (Fuenlabrada) se halló un acetre de hierro al
que le falta el fondo, además de un aro de unos 30 cm
de diámetro que formaría parte de un contenedor de
madera (Oñate et alii, 2015: 33).
IV.3.9. Cazos
Fechado en época tardorepublicana se halla un mango
correspondiente a un cazo del tipo “Pescate” localizado
en Arganda-2 (Madrid) (Aurrecoechea, 2009: fig. 2, 2).
Generalmente se han datado en el primer tercio del
siglo I a. C. (Mansel, 2004: 20). También en este periodo
se han fechado los cuatro ejemplares localizados en El
Llano de la Horca, tres fragmentos pertenecientes a
290
VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA
cazos con mango horizontal y otro con mango vertical
(Azcárraga et alii, 2014: 117). Un cazo completo del
siglo IV d. C. se localizó en Tinto Juan de la Cruz (Pinto)
conservado en el MAR.
IV.3.10. Salseros
En Velilla de San Antonio se localizó un salsero del tipo
Tassinari Q1000 (Aurrecoechea, 2009: 339, fig. 2.5) que
posiblemente corresponde a los recipientes procedentes de algún taller de Capua, fechados en el siglo I d. C.
(Holliger y Holliger, 1985: 60, nº 34). Se caracteriza por
ser un recipiente poco profundo con un gran pico vertedor sobreelevado y acabado en punta y presenta una
pequeña base circular.
IV.3.11. Platos y fuentes
En Complutum, Fernández-Galiano (1984: 303, fig. 168,
264) localizó un plato de hierro datado en la segunda
mitad del siglo IV d. C. y procedente de Arganda-2 otro
de época tardorromana (Aurrecoechea, 2009: fig. 4, 8).
IV.3.12. Asas asociadas a la vajilla
De Complutum (Fernández-Galiano, 1984: fig. 168, 268)
procede un asa móvil perteneciente a la categoría B-I de
la tipología de Delgado, es decir, fundidas y rematadas
en cabezas estilizadas de ánades y otra localizada en la
Casa de Leda en Complutum (Fernández-Galiano, 1984:
fig. 126, 399) corresponde al tipo A2, trabajada a partir
de una lámina y con terminales aguzados. En el Llano
de la Horca se hallaron las asas de cuatro recipientes de
distinta tipología: una jarra tipo Gallarate, una taza tipo
Idria, un vaso de menor tamaño y de una jarrita de
cuerpo bitroncocónico de carena baja tipo Piatra
Neamt, de una altura aproximada de 11 cm (Azcárraga
et alii, 2014: 112-114).
Además de las asas, se han localizado apliques para
asas móviles quizás pertenecientes a sítulas/acetres,
aunque no podemos descartar su uso en otros recipientes. De los hallados en Madrid, podemos destacar los
apliques figurados de Castillejo (Aurrecoechea, 2009:
figs. 6.3 y 6.6) y el de la Casa de Leda en Complutum
(Fernández-Galiano, 1984: 231, fig. 116, 285). De Arganda-2 procede otro no figurado (Aurrecoechea, 2009: fig.
6.10). Además de estas, se han localizado apliques
recortados sobre lámina de metal, asociados a diferentes recipientes como una situla en el yacimiento del
Calle S de Getafe (Caballero, 1985: nº 4.2.7) y Complutum o la páteras como la pieza de Arganda-2 (cf. Aurrecoechea, 2009: 343). De época tardorromana son los
apliques de asas localizados en Valdetorres del Jarama
(Caballero, 1985b: 69). Más numerosos son los ejemplares de apliques con terminal enrollado para alojar el
asa, dados a conocer por Aurrecoechea (2009: 344),
como los de Arganda-2, Calle S de Getafe, Velilla de
San Antonio, Castillejo y Puente Viezma. En la estancia
5 de El Beneficio (Collado Mediano), se halló un aplique
zoomorfo y con base perforada para facilitar su acoplamiento a un recipiente de madera, metal o cerámico
(Jiménez, 2008: 367). En la Comunidad de Madrid, se
conocen asimismo soportes de vajilla metálica como la
pieza altoimperial de Estremera (Aurrecoechea, 2009:
fig. 8, 8), perteneciente al tipo VII de Delgado (1970),
con peltas estilizadas.
En la villa romana de Villaverde se halló una tapadera de dolium circular que mide de 29 cm de diámetro y
tenía dos pequeñas asas (Pérez Barradas, 1932: lám.
XXVIII, figs. 9 y 11).
IV.3.13. Cubos y calderos
Un posible cubo de madera se ha podido testimoniar a
partir del hallazgo de una cincha o fleje de hierro de 54
cm de diámetro en El Llano de la Horca (VVAA, 2010:
309, nº 137), también presentes en La Ermita Virgen de
Torre (Vallecas-Vicálvaro) (Uscatescu y Fuentes, 2009:
90). Relacionadas con cubos de madera o con calderos
de metal son las asas de hierro también aparecidas en
el mismo yacimiento (VVAA, 2010: 303, nº 130). Un
soporte de caldero de hierro y varios fragmentos de
este tipo de recipientes se hallaron en el asentamiento
rural de La Ermita Virgen de Torre (Vallecas-Vicálvaro)
(Uscatescu y Fuentes, 2009: 88-90). En el interior del
ocultamiento de Cubas de la Sagra se localizó un caldero de latón con dos asas laterales y base de plomo
(Oñate et alii, 2015: 31).
IV.3.14. Cucharas
Estos materiales no son muy frecuentes en las excavaciones del entorno madrileño. En la villa romana de
Villaverde se halló una común (Pérez Barradas, 1932:
lám. XXVIII, fig. 3)3. Aunque se puede asociar a ambientes domésticos, no podemos descartar el uso de ligulae
o cucharillas para la preparación de medicamentos
(Borobia, 1988: 80-81). También apareció una cucharilla
Otros ejemplares aparecidos en el entorno madrileños son de
cronología posterior, como el de Navalvillar (Colmenar Viejo)
(Abad Castro, 2006: 396) y Arroyo Culebro en Leganés, en este
caso, de bronce con cazoleta ovoide poco profunda (VVAA,
2001: 160).
3
JAVIER SALIDO, CÉSAR HERAS / Los metales de época romana en la Comunidad de Madrid
de bronce de 10 cm de longitud en la fase bajoimperial
de Tinto Juan de la Cruz (Pinto) (Barroso et alii, 1991:
185, nº 645).
IV.3.15. Cuchillos
Fechados en época tardorrepublicana son dos cuchillos
hallados en El Llano de la Horca de 11 cm de longitud y
2,7 cm de anchura (VVAA, 2012: 297, nº 117) y otro diferente, de 22,2 cm de longitud y 2 cm de anchura, afalcatado de hierro, que presenta la hoja estrecha, plana y
acodada, con extremo puntiagudo (VVAA, 2012: 298, nº
119) y una navaja de 7 cm de longitud de hoja triangular y plana (VVAA, 2012: 298, nº 120), además de una vaina de puñal de bronce y hierro (VVAA, 2012: 302, nº 129).
En el periodo altoimperial se fecha otro cuchillo localizado en el asentamiento rural de La Ermita Virgen de Torre
(Vallecas-Vicálvaro) (Uscatescu y Fuentes, 2009: 88) y la
hoja de cuchillo de la villa romana de Villaverde expuesto en la actualidad en el Museo de San Isidro
291
(CE1974/124/122) (lám. 4). En Dehesa de la Oliva se localizó en el interior de un depósito de agua un cuchillo curvado de hierro con anillo en mango y saliente de protección entre mango y hoja (Cuadrado, 1991: 204). Entre los
siglos IV y V se fechan los cuchillos aparecidos en El
Beneficio (Collado Mediano) (Jiménez, 2008: 367). En el
siglo V d. C. se ha podido datar el cuchillo localizado en
El Rasillo (Barajas) con una hoja de 9 cm de largo
(Pozuelo y Vigil-Escalera, 2003: 284, nº 2.18). En época
tardorromana se fechan dos puñales tipo simancas localizados en Valdetorres del Jarama (Caballero, 1985b: 69).
De la villa romana de La Pingarrona procede un cuchillo
de hierro de los siglos IV-V d. C.
IV.3.16. Tijeras (forcex)
En El Rasillo (Barajas) se localizaron unas tijeras de pinza de 14 cm de largo (Pozuelo y Vigil-Escalera, 2003:
284, nº 2.17) y al menos cuatro en Dehesa de la Oliva
(Cuadrado, 1991: 204) (lám. 5).
Lám. 4. Hoja de cuchillo de la villa romana de Villaverde expuesto en la actualidad en el Museo de San Isidro (nº
inv. CE1974/124/122).
Lám. 5. Tijeras del castro de la
Dehesa de la Oliva expuesta en
el Museo Arqueológico Regional. Siglos I a. C.-II d. C.
292
VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA
IV.3.17. Ganchos
Destacan dos ganchos de época tardorrepublicana procedentes de El Llano de la Horca, de sección cuadrangular. Uno cierra en alguno recto y acaba en punta
mientras el otro tiene forma de S alargada (VVAA, 2012:
297, nº 118).
IV.4. Figuras de culto doméstico y amuletos fálicos
En la villa romana de Carabanchel, situada en el lugar
que era conocido como Quinta de los Condes de Montijo, se halló una pequeña escultura de bronce de 8 cm
de altura correspondiente a Minerva (VVAA, 1995: 21).
Esta pieza, que ha pasado casi desapercibida en la
bibliografía (Fernández Uriel, 2007: 288-289;), aparece
representa de pie, vestida con apoligma y chitón dórico, que cae plegándose sobre su cuerpo hasta sus pies
que quedan destapados; su cabeza está tocada con el
característico casco (fig. 7). Se conserva en el MAN (nº
inv. 2854). Debió formar parte de las estatuillas de un
.posible larario doméstico de la villa y su iconografía es
la típica de este tipo de representaciones.
Respecto a los amuletos fálicos, con carácter apotropaico, ya hace algunos años se dieron a conocer los
más simples localizados en Veguilla de Oreja, de 5,35
cm de longitud y 3,1 cm de anchura, Castillejo de 2,2
cm de longitud y 2,45 cm de anchura, Arganda, de 3,9
cm de longitud máxima y 3,05 cm de anchura y una
hebilla procedente de Estremera de 7,75 cm de longitud
y 2,7 cm de anchura (cf. Zarzalejos et alii, 1988: nº 8-11).
De San Juan de El Viso procede otro ejemplar (Azcárraga, 2015: fig. 6.200.4).
IV.5. Objetos de aderezo personal
IV.5.1. Espejos
En las tareas inherentes al aderezo personal, el espejo
destaca como utensilio de tocador y se halla presente
en contextos del entorno madrileño. Se localizó un
mango de espejo de plomo, de 3,5 cm de longitud, en
Castillejo (Aranjuez), perteneciente a la Coleccion
Cigona (Aurrecoechea, 1990: nº 4, fig. 3.2). Ya señaló
Aurrecoechea las concomitancias de esta pieza con
otras documentadas en Hispania, la forma y decoración
del mango, que nos informan sobre un posible taller
común.
IV.5.2. Pinzas
Entre las piezas aparecidas podemos señalar la presencia de pinzas o vulsella de bronce procedentes de
Arganda que pudieron ser utilizadas para la depilación
(VVAA, 1990: nº 270).
IV.5.3. Estrígile
De San Juan de El Viso procede un estrígile (Azcárraga,
2015: 310, fig. 6.200.3).
IV.6. Otros instrumentos domésticos
IV.6.1. Balanza
En el Rasillo (Barajas), se localizó una romana o statera
del siglo V d. C. completa, que conserva el gancho para
colgarla el otro gancho del que debía suspenderse la
mercancía a pesar, además de dos aequipondia cilíndricos que tienen un peso aproximado de 63 y 122 g respectivamente que ejercían de contrapeso (Pozuelo y
Vigil-Escalera, 2003: 281; Chaves y Pliego, 2007: 243).
Lám. 6. Estatuilla de la diosa Minerva procedente de la villa
romana de Carabanchel. MAN (nº inv. 2854).
IV.6.2. Caja de sello
En Complutum se localizó una pieza interpretada como
cápsula o caja de sello (Rascón, 1998: 252, cat. 186), es
JAVIER SALIDO, CÉSAR HERAS / Los metales de época romana en la Comunidad de Madrid
293
decir, una cajita unida con una bisagra a una tapa que
se hallaba perforada para dejar pasar la cera caliente y
se adhiriera al soporte de aquello que se pretendía
sellar, como documentos, monederos o sacos. La pieza
localizada en Complutum mide 3 x 1,9 x 0,6 cm y
corresponde al tipo 2B, esto es, decorada con pasta
vítrea (Alonso, 2015: 220).
V. Aperos agropecuarios
Datados entre los siglos III-I a. C. se hallan números útiles agropecuarios procedentes de El Llano de la Horca,
como las anillas de hierro de aperos (VVAA, 2012: 303,
nº 131), tenazas (VVAA, 2012: 309, nº 136), varillas
(VVAA, 2012: 309, nº 138), además de herramientas
para el trabajo de la madera o la piel como escoplos,
cinceles y un puntero (VVAA, 2012: 149-153, nº 160 y
161). Destaca un peine cardador de 13,2 cm de longitud
y 7,7 cm de anchura fechado entre los años 150-100 a.
C. (VVAA, 2012: nº 159). Entre el material también destaca un hacha de hierro fechado entre 200-50 a. C. conservado en el Museo Arqueológico Regional. También
encontramos una pieza que pudo servir para la matanza, dado a conocer como llave de hierro (VVAA, 2012:
284, nº 94). Mide 7,9 cm de longitud y está compuesta
por una varilla de sección cuadrada doblada con ojal de
5,5 cm de anchura, rectangular, y un vástago curvado.
A estos debemos añadir la azuela de enmangue tubular
localizada en Dehesa de la Oliva (Patones) fechada
entre el 150 y el 50 a. C., conservada en el MAR. También en este castro se halló una posible podadera para
vid fechada entre los siglos I a. C. y II d. C. Otro ejemplar
de podoncillo de vides, aunque fechado entre los siglos
IV y V se localizó en El Beneficio (Collado Mediano)
(Jiménez, 2008: 367).
Muy característicos de este tipo de útiles son los cencerros, como el de hierro de 6,8 x 6,2 cm, localizado en El
Llano de la Horca, formado por una lámina plana doblada en rectángulo sobre sí mismo (VVAA, 2012: 301, nº
126) y en Dehesa de la Oliva (Cuadrado, 1991: 204). Están
presentes en la calle sur de Getafe, (Caballero, 1985) y La
Gavia, así como en la villa romana de Villaverde donde
apareció una esquila, conservada en el Museo de San Isidro. También son frecuentes las hoces como semicircular de la villa romana de Valdetorres del Jarama (IV-V d.
C.). También una hoz se localizó en la cocina del establecimiento rural romano de Zarzalejo (Arroyomolinos),
fechada entre inicios del siglo II d. C. y la segunda mitad
del III d. C. (VVAA, 2005: fig. 7) y en Tinto Juan de la Cruz
(Pinto) (Barroso et alii, 1991: 159 lám. XXII).
Lám. 7. Rueda de la Dehesa de la Oliva, fechada entre el siglo
I a. C. y II d. C., expuesta en el Museo Arqueológico Regional.
En Dehesa de la Oliva se hallaron elementos relacionados con el transporte y la equitación. Es el caso de la
espuela de hierro de tipo curvo que servía para amoldarse al tobillo, con terminales circulares para insertar
las correas de sujeción y un pequeño acicate agudo.
Además se localizó un elemento utilizado para sujeción
de la montura de caballo; también pudo pertenecer al
atalaje del caballo una pieza laminar en forma de estribo entre cuyos extremos gira una barrita de sección circular (Cuadrado 1991: 230). Se halló también un fragmento de llanta de rueda de hierro de aproximadamente 46 cm de longitud y 3,5 cm de anchura que conserva
tres orificios para la sujeción de los clavos a la rueda,
además de huellas de uso (VVAA, 2012: 278, nº 87) (lám.
7). En El Llano de la Horca se localizó un bocín de hierro
de forma tubular fechado en los siglos II-I a. C. (VVAA,
2012: 278, nº 86), además de un arreo y bocado de caballo de hierro (VVAA, 2012: 278, nº 88). El arreo está compuesto de una anilla de sección circular y dos agarraderas planas, alargadas, más anchas en los extremos y
con un remache, que se encuentran encadenadas a la
anilla. Un ejemplo de bocado de caballo se localiza en
una tumba (siglo IV) del yacimiento de La Magdalena
(Heras et alii, 2014c). Las agarraderas estarían unidas a
las bridas. El bocado de caballo se compone de una anilla unida a eslabón con forma de ocho. En La Ermita Virgen de Torre (Vallecas-Vicálvaro), se localizó un hipposandalium o herradura de caballo (Uscatescu y Fuentes,
294
VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA
Lám. 8. Piezas de un carro procedente de la villa romana de Villaverde, actualmente expuestas en el Museo de San Isidro.
2009: 90)4, al igual que en la villa romana de El Val (Alcalá de Henares) (Rascón, 1991: 188).
También en relación a la equitación, se han hallado
fragmentos de arneses metálicos. Se han documentado
algunos que servían para empalmar las correas, generalmente cinco principales que, junto con la cincha, servían
para sostener la silla de montar. De entre estos, se han
hallado botones con anilla que podrían unir dos correas,
como los localizados en Alcalá de Henares (Aurrecoechea, 1995-1996: 79-80; 2007: 335), aunque su función no
está clara y también pudieron emplearse para sujetar
armas como el puñal sobre el cinturón (Wild, 1970: 146).
También en Madrid se han atestiguado roblones que servirían para sujetar tiras de cuero como los botones peltiformes sobredimensionados fechados a partir del siglo III
d. C. y localizados en Arganda y Veguilla de Oreja (Aurrecoechea, 2007: 337, fig. 4.3 y 4.5). Una aguja de un abroche anular, probablemente de una caballería, procede de
un asentamiento rural de La Ermita Virgen de Torre
(Vallecas-Vicálvaro) (Uscatescu y Fuentes, 2009: 88). En
la villa romana de Villaverde se localizaron varias placas
y piezas de un carro, actualmente expuestas en el Museo
de San Isidro (lám. 8).
Interesante es la gran cantidad de útiles agrícolas
aparecidos en el interior de una cabaña de madera en
Loranca (P.P.I.- 3 El Bañuelo, Fuenlabrada) (Oñate et alii,
4
Las localizadas en otros yacimientos madrileños como Navalvillar (Colmenar Viejo) son de cronología posterior (Abad Castro 2006: 396).
2006: fig. 5). También la ocultación de los materiales de
El Rasillo (Barajas), donde se localizaron varios instrumentos de uso agropecuario, entre los que destacan
una hoz-podadera de 11 cm de longitud (Pozuelo y
Vigil-Escalera, 2003: 284, nº 2.15), los fragmentos de
una reja de arado de sección rectangular (nº 2.12-2.13),
una belorta de arado (nº 2.14) y media rueda, posiblemente perteneciente a un carro, de 58 cm de radio (nº
2.20). Además se localizaron otras herramientas como
un atizador (nº 2.19), un sacabocados (nº 2.21) y tres
punteros (nº 2.22-2.24.). También se han constatado
cencerros como el de hierro fechado en el siglo IV d. C.
localizado en la calle sur de Getafe, de 10,8 x 7 x 2,9 cm
(Caballero, 1985: nº 4.4.29), así como un doble pico de
hierro, una hacha-azada, una azuela martillo y varios
punteros, además de una hoz de 26,2 cm de longitud y
un fragmento de una podadera (Caballero, 1985: 102104, figs. 12 y 13). A estos útiles podemos añadir los
localizados en La Gavia, donde destacan dos hoces, un
arado, una guijada, un escardillo, un cencerro y una
azuela de los siglos II-I a. C. (Urbina et alii, 2005: 157163), así como numerosos instrumentos hallados en La
Magdalena, entre los que podemos destacar una hoz de
hierro con enmangue de madera de 18,5 cm de longitud x 4,5 cm de anchura máxima y un engarce de 5,6
cm y 4,7 cm de diámetro, con una cronología en torno
a la primera mitad del siglo V (Heras et alii, 2014c). En
Villamanta, además de otros objetos de bronce y hierro, se halló una cabeza de martillo o pico, de época Fla-
JAVIER SALIDO, CÉSAR HERAS / Los metales de época romana en la Comunidad de Madrid
via, posiblemente usado en este alfar (Zarzalejos 2002:
162). A comienzos del siglo V d. C. se fechan los útiles
aparecidos en Cubas de la Sagra (Oñate et alii, 2015:
30). Se trata de materiales de hierro como clavos, un
fragmento de hacha, una arandela, un cuchillo con
enmangue en asta y una posible horca. De Valdetorres
del Jarama procede un doble hacha de época bajoimperial, posiblemente utilizada para actividades agropecuarias.
En relación a la cantería, además de los picos ya
mencionados, podemos destacar la cabeza de martillopico y el cincel de Dehesa de la Oliva (I a. C.-II d. C.) y el
pico de Valdetorres del Jarama del siglo IV d. C.
VI. Metales en la construcción
Son abundantes los clavos encontrados durante las
excavaciones y muy pocas veces son referidos en los
estudios. No obstante, tenemos constancia de la aparición de un gran número en el interior de las
estancias de El Beneficio (Collado Mediano) (Jiménez
2008), también en Tinto Juan de la Cruz (Pinto) (Barroso et alii, 1991: 159 lám. XXII) y dentro de las casas de
Dehesa de la Oliva (Cuadrado, 1991: 204). A partir de las
dimensiones de estos últimos se han podido diferenciar entre los dedicados a su uso en la construcción,
generalmente robustos y de mayor longitud, de 9 a 14
cm, para vigas, de 4 a 6 cm para puertas y ventanas, y
los relacionados con otros materiales, como los dos de
sección cuadrada con cabeza curva rectangular y 1 cm
de anchura que sirvieron para asegurar la llanta de las
ruedas y tal vez de los radios (Cuadrado, 1991: 206).
También se han realizado estudios metalográficos de
los clavos aparecidos en La Torrecilla (Getafe) (Blasco y
Lucas, 2000: 115-117).
También tenemos constancia de numerosos metales que servirían para la fabricación de muebles, puertas o empleados en la construcción. Es el caso de la
bisagra de hierro de 5,3 cm de longitud y 3 cm de
anchura procedente de El Llano de la Horca (VVAA,
2012: 284, nº 95) o de los hallados en el asentamiento
rural de La ermita Virgen de Torre (Vallecas-Vicálvaro)
(Uscatescu y Fuentes, 2009: 88-90).
Para la construcción se emplearon herramientas de
todo tipo, no siempre fáciles de adscribir a su uso para
actividades agropecuarias o constructivas. Un ejemplo
claro de estas últimas es la paleta de hierro de los
siglos IV-V d. C., localizada en Valdetorres del Jarama y
conservada en el MAR.
295
VII. Militaria
El armamento en época romana ha recibido una escasa
atención, centrándose su atención en el de cronología
tardorromana (Quiroga y Catalán, 2010). En el interior
del depósito de Dehesa de la Oliva aparecieron varios
regatones de lanza, uno provisto de orificio para remache y punta de sección cuadrada, otro de sección cuadrada y cubo agudo para encajar en el asta y un último
de sección rectangular además de una punta de jabalina
de sección romboidal en la hoja de hierro (Cuadrado,
1991: 204). En otros puntos del yacimiento aparecieron
más fragmentos de armas igualmente interesantes,
como un posible cubo de hoja de lanza, una punta de
dardo o flecha5, un cubo y parte de la hoja de una lanza,
una hoja de punta triangular prolongada con pedúnculo
en su base para enmangar. Destacan en este yacimiento además un pilum de hierro de 70 cm de longitud que
presenta cabeza ligera con punta barbada y cubo de
enmangado circular con punta piramidal cuadrada de
cuatro barbas, así como una posible coraza de lino o
cuero documental a partir de los clavitos de cabeza
hemisférica y vástago muy corto (Cuadrado, 1991: 226).
En El Llano de la Horca (Santorcaz), aparecieron
además de puntas de flecha de hierro (VVAA, 2012: 302,
nº 128), tres jabalinas de hierro fechadas entre los
siglos III-II a. C. Solo una conserva la punta bipiramidal
cuadrada y muy corta que podrían corresponder al tipo
IV de Quesada (1997: 329). También se halló una moharra de pilum o soliferreum doblado, de sección cuadrangular, con cubo de sección circular incompleto.
Además se halló un pilum ligero y estrecho del que no
se conserva el cubo de enmangue, cuenta con vástago
de tendencia circular y punta piramidal alargada, muy
estrecha, que puede ser fechado en época sertoriana
(VVAA, 2012: 264, nº 64). Se constata asimismo proyectiles de honda fusiformes de plomo de época tardorrepublicana que miden 3,35 cm de longitud y 1,8 cm de
anchura (VVAA, 2012: 267, nº 69) (lám. 9). Además de
éstas se halló una punta de lanza de hierro de forma
plana y lanceolada (VVAA, 2012: 300, nº 123), perteneciente al tipo 8a de Quesada (1997: 379). También se
hallaron en este yacimiento varios proyectiles de artillería de torsión, pertenecientes a catapultas lanzadoras
de dardos (VVAA, 2012: 300, nº 124). Miden 9,5 cm de
longitud, presentan el cubo grueso, con un diámetro de
2,5 cm y punta piramidal compacta y maciza. Entre el
armamento, también destacan varios regatones de hieEste ejemplar no fue incluido en trabajos generales centrados
en este tipo de piezas (García Díez y Sáez Abad, 2007: 458-460).
5
296
VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA
Lám. 9. Proyectiles de honda de época tardorrepublicana de El Llano de
la Horca. Fuente: VVAA, 2012: 267, nº
69.
rro de forma cónica (VVAA, 2012: 301, nº 125). Entre el
material hallado en este yacimiento se halla también un
posible umbo de escudo de 9 cm de diámetro (VVAA,
2012: 301, nº 127). También en la villa romana de El Val
(Alcalá de Henares) apareció una punta de lanza de hierro, aunque de época tardoantigua (Rascón et alii, 1991:
188). En otros establecimientos rurales también se han
documentado armas como las puntas de lanza, conteras de puñal y el escudo en la villa bajoimperial de Tinto Juan de la Cruz, las puntas de lanza, proyectiles de
catapulta y regatones localizados en contextos funerarios de La Magdalena.
VIII. Indumentaria y ornamento personal
En Dehesa de la Oliva aparecieron varias fíbulas de
diferente tipología dadas a conocer por Cuadrado
(1991: 228). Mariné (2001: 121-122) diferencia tres fíbulas del tipo 3, de muelle con cuerda interior de evolución, cuatro ejemplares del tipo 8, con charnela enrollada “Alésia” y derivadas, dos del tipo 10 (charnela
doblada Aucissa y Durnaeus) y cinco del tipo 21 (arco
sin resorte omega). También Mariné menciona la presencia de otras fíbulas en la Comunidad de Madrid,
como la localizada en la Casa de Campo, del tipo 19.1
(arco de placa polícroma), en Complutum de donde
proceden al menos una del tipo 10, otra del 17 (arco de
placa calada) y una del 21, y en los alrededores una del
tipo 2 (muelle con cuerda interior “Nauheim”), de El
Viso en Alcalá de Henares proviene otra del tipo 11
(arco atravesado “Bagendon”), y del camino de los Afligidos otras dos del tipo 10 y dos del 21. De El Llano de
la Horca da testimonio de una del tipo 21 y de la misma
clase la encontrada en Aranjuez, mientras que la aparecida en Castillejo pertenece al tipo 6 (muelle envainado
y arco interrumpido) y la de Cerro de San Antonio al
tipo 9 (charnela en tubo). En el último trabajo sobre El
Llano de la Horca se dan a conocer al menos cuatro
fíbulas más, en omega (VVAA, 2012: 267, nº 68 y 274, nº
80), y dos más en omega y una tipo aucissa en la fase
altoimperial de Tinto Juan de la Cruz (Pinto) y una de
resorte de bronce y otra en omega en la bajoimperial
(Barroso et alii, 1991: 159 y 185, lám. XXII). Además de
éstas, conocemos más fíbulas que debemos añadir al
trabajo de Mariné como las encontradas en La Gavia,
dos en omega y otras dos de pie vuelto o La Tene, de la
Serie III, de puente fundido y arco peraltado, posiblemente fechadas en la primera mitad del siglo I a. C.,
también presentes en Fosos de Bayona (Morin y Urbina, 2014: 120). Reciente también es el hallazgo de una
aguja de fíbula de resorte, procedente del asentamiento rural de La Ermita Virgen de Torre (Vallecas-Vicálvaro) (Uscatescu y Fuentes, 2009: 90). A estos ejemplares
debemos sumar la fíbula tipo aucissa fechada entre
finales del siglo I a. C. hasta el siglo II d. C. localizada en
Arroyo Culebro en Leganés (VVAA, 2001: 155) y la hallada en La Torrecilla (Blasco y Lucas, 2000: 122). Recientemente se ha dado a conocer un fragmento de fíbula
procedente del Salto del Cura (Azcárraga, 2015: 310, fig.
6.200.2)
De entre mediados del siglo I y la primera mitad del
siglo II se localizan en La Magdalena distintos elementos de adorno/ornato personal. Destacan las fíbulas,
tanto del tipo anular hispánica (con dos piezas), como
las de tipo auccisa (con siete piezas), presentando una
de estas últimas el sello de su fabricante, DURNACOS,
con significativa presencia atestiguada tanto en el centro peninsular como en territorio croata (Erice y Unzu
2009: 457-464).
Además de fíbulas, también se constatan en el
entorno madrileño adornos personales como el anillo
JAVIER SALIDO, CÉSAR HERAS / Los metales de época romana en la Comunidad de Madrid
de plata localizado en Valdetorres del Jarama (Caballero 1985b: 69) o la pulsera de hilo de bronce con los
extremos enrollados aparecida en la villa romana de
Villaverde (Pérez Barradas, 1932: lám. XXVIII, fig. 5).
Nuevamente, en La Magdalena se constata la presencia
en un basurero de una cantidad de elementos, destacando tres anillos, dos lisos de aro y uno con sello marcado. Perteneciente a la fase bajoimperial de Tinto Juan
de la Cruz (Pinto) se hallaron dos pulserillas y un pendiente de bronce (Barroso et alii, 1991: 185, nº 643-644).
Asociado a los enterramientos bajoimperiales de La
Magdalena se han recuperado 17 anillos, de los cuales
cinco portaban distintos tipos de sello, dos pulseras y
tres pendientes.
Una mención especial merecen las caligae, de las
que se han localizado evidencias de al menos 23 pares,
unas altoimperiales, de las que conservamos la forma
íntegra de las dos piezas, asociadas a un cinturón
ancho con el mismo tipo de remaches; veinte pares
bajoimperiales, fechadas entre el siglo IV e inicios del V
d. C., de las que se han podido recuperar tres con sus
Lám. 10. Tachuelas de las sandalias de La
Magdalena tras su engasado. Tumba 5215,
mitad siglo IV. Fuente: Grupo Trébede.
297
tachuelas en la posición original y dos tardorromanas
(Heras et alii, 2014c) (lám. 10).
En relación con las prendas, se han encontrado
numerosas agujas de coser y alfileres en El llano de la
Horca fechadas desde el siglo III al I a. C. (VVAA, 2012:
142 nº 157 y 158); agujas de bronce se conocen también
en contexto funerario (Rodríguez Morales, 2011). Además se localizó un botón de bronce de guarnición de
indumentaria legionaria romana republicana fechado
en los siglos II-I a. C. de 4 cm de anchura y longitud
(VVAA, 2012: 266, nº 66). Se trata de un trisquel plano
con los tres brazos decorados con motivos zoomorfos
esquemáticos. En La Gavia, se localizó una pequena
hebilla de cinturón, junto con otro fragmento de bronce
que tiene forma de plaquita (Morín y Urbina, 2014: 120).
Una pieza excepcional de adorno personal es la placa
de bronce localizada en El Llano de la Horca (Baquedano et alii, 2007: 16). Se trata de una obra fina, de 13,2 x
17,7 cm, que presenta figuración zoomorfa realizada
con la técnica de repujado o troquelado. Pudo servir
para el ornamento personal, quizás para colgar en el
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VIDES MONUMENTA VETERUM MADRID Y SU ENTORNO EN ÉPOCA ROMANA
pecho. En Leganés, en el yacimiento de Arroyo Culebro, aparecieron dos hebillas más de hierro y una liriforme de bronce, aunque esta de cronología visigoda
(VVAA, 2001: 160-161).
IX. La producción metalúrgica
En cuanto a la producción metalúrgica, las escorias
corresponden tanto a los productos de una actividad
primaria de reducción de la materia prima como a las
secundarias de refino del metal, principalmente de
escorias de forja. Se han localizado en el asentamiento
rural de La Ermita Virgen de Torre (Vallecas-Vicálvaro)
(Uscatescu y Fuentes, 2009: 88), que apuntan a la existencia del taller de un calderero, vaciador o lanador,
dada la existencia de clavos sin avellanar y sin aguzar,
varios lingotes de metal, fragmentos de paredes de
vasijas e instrumentos recortados, así como fragmentos de plomo de antiguas tuberías, etc.; especialmente
significativo este último apunte, pues el edificio carece
de cualquier infraestructura hidráulica, por lo que parece evidente que la presencia de este material en este
emplazamiento es para su reutilizacion como fundente
en el restanado de metales.
Las escorias de la villa romana de La Torrecilla ofrecieron datos sobre la presencia de escorias relacionadas con el forjado de hierro y otras, más porosas y livianas, asociadas a hornos de reducción de hierro (Blasco
y Lucas, 2000: 117-122).
Por el momento el trabajo metalúrgico puede solamente evaluarse por los restos de algunas escorias y un
buen elenco de objetos acabados, sin embargo falta
por localizar los talleres especializados o forjas dentro
de los poblados, villae o zonas suburbanas. Es muy
posible que se emplazaran fuera de los recintos habitados, en zonas próximas y orientados de manera que los
vientos dominantes arrastraran lejos sus humos y
gases nocivos. También es probable que los productos,
bien las zamarras o los lingotes, se transportase directamente a los poblados donde se finalizaría el trabajo
de moldeado de la pieza.
Mención especial merecen los resultados de las
excavaciones que se están desarrollando recientemente en La Magdalena. Se han podido delimitar un área de
producción metalúrgica, con la presencia de hornos,
zonas de lavado, un área hidráulica asociada a los trabajos y, lo que resulta más significativo, la presencia de
cerca de 200 tortas de hierro acerado de extremada
pureza. Las tortas son de forma semicircular con una
zona central cóncava que interpretamos como el área
donde se produce el vertido de la materia tras su colada. Presentan tres diámetros (21, 15 y 11 cm) y alcanzan
todas ellas una altura de entre 12 y 15 cm. Cronológicamente nos encontramos en la segunda mitad del siglo I
d. C., momento en el que también están en funcionamiento un complejo de hornos cerámicos, con sus distintas áreas de laboreo.
Además de la localización de una gran cantidad de
piezas metálicas (tanto en bronce, como hierro o plomo) adscribibles tanto a esta fase industrial altoimperial, como a las necrópolis bajoimperial y tardorromana, ya mencionadas, con un amplio conjunto de elementos de ajuar/adorno personal y evidencias de féretros y parihuelas, destacan los depósitos de numerosos
objetos de hierro realizados después de las actividades
sísmicas registradas en el yacimiento.
En torno a mediados del siglo IV d. C., en torno a los
años 350-360 d. C., un proceso de reacomodo de la falla
que recorre longitudinalmente el área provocó un terremoto que alcanzó una fuerza de 6-6,5 en la escala Richter y que supuso la subsiguiente ascensión de arenas
licuefactadas a la superficie que rompieron los niveles
de deposición superiores y que se fueron hundiendo
paulatinamente. Se abrieron bocas de tipo volcánico
por donde afloraban estas arenas, cambiando el paisaje en todo el entorno. Este efecto de licuefacción pudo
durar desde horas a días o semanas, hasta que finalmente estos volcanes de arena dejaron de manar. En
relación a este fenómeno, se hallan asociados numerosos objetos de hierro. En la boca de volcán que corta
una estructura hidráulica, únicamente se hallaron piezas trabajadas de hierro como picos, azadas, mazas,
podones, punzones y otros elementos menores, que
alcanzan un número aproximado de 150 unidades. En
otra boca de volcán próxima, que no afectó a ninguna
estructura, únicamente fueron depositados, en un
número que superaba las cifras anteriores, distintos
elementos de recorte de este mismo material.
X. Conclusiones
Una aproximación a las memorias de excavación y los
estudios monográficos sobre los yacimientos de época
romana en el entorno de Madrid nos permite llamar la
atención sobre la necesidad de seguir analizando los
metales. Los problemas de identificación así como el estado de conservación en que han llegado hasta nosotros,
debido a la humedad y a otros factores que han dañado seriamente el material, no facilitan su estudio. La
atención se ha centrado mayoritariamente en el análisis
JAVIER SALIDO, CÉSAR HERAS / Los metales de época romana en la Comunidad de Madrid
de piezas extraordinarias, como vajilla refinada, generalmente mejor conocida fuera de nuestras fronteras, o
instrumentos de adorno personal que tienen valor per
se. Sin embargo, la mayor parte de los enseres y útiles
descubiertos, como apliques de muebles o instrumentos agrícolas han pasado casi desapercibidos. Se hace
mención, de manera muy somera, a la aparición de
todo tipo de objetos metálicos, formando parte de niveles de destrucción o abandono o procedentes de los
ajuares de determinadas tumbas, pero carecemos en
su mayor parte de los contextos de un análisis más
meticuloso del material aparecido, e incluso de su
inclusión en los trabajos monográficos sobre yacimientos de época romana. No cabe duda de que la propia
dinámica de la arqueología de intervención que ha
excluido dentro de los objetivos prioritarios, por numerosos factores, la publicación de los resultados, ha
incentivado nuestro mayor desconocimiento sobre los
mismos. La imperiosa necesidad de seguir trabajando
en nuevos proyectos ha impedido analizar de manera
detallada materiales que requieren de un mayor estudio, como los metales. Como resultado de ello, resulta
necesario avanzar en aspectos concretos como la cronología y los mapas de dispersión, limitado por la
ausencia de estratigrafías que avalen las dataciones
propuestas, en muchas ocasiones procedentes de niveles de reutilización y fuera de contexto y el desequilibrio existente entre los testimonios procedentes de las
microrregiones que conforman la actual Comunidad de
Madrid, con más contextos y hallazgos en la zona S y,
sobre todo, SE frente a la zona occidental y septentrional. A esta problemática arqueológica, debemos añadir
la dificultad a la hora de denominar determinadas piezas que, por su estado fragmentario, ofrecen dudas
sobre su funcionalidad.
Además de los materiales ya publicados, hemos querido dar a conocer en este artículo otros inéditos procedentes del yacimiento de La Magdalena (Alcalá de Henares), así como otros apenas conocidos aunque expuestos en los museos, que nos ayudan a completar el mapa
de dispersión de los metales en la Comunidad de
Madrid. Para finalizar, queríamos transmitir que este trabajo pretende ser una revisión somera del material que
puede servir de base de nuevos estudios en el futuro.
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